Frases de Si decido quedarme
- Gayle Forman
- 5 abr 2015
- 3 Min. de lectura

—Necesito estar en un sitio donde la gente no se sienta triste, donde los pensamientos se centren en la vida y no en la muerte.
—Apoyo la cabeza en la ventanilla y contemplo el paisaje que pasa, un retablo de abetos verde oscuro salpicados de nieve, finos jirones de niebla blanca y pesados nubarrones en el cielo.
—a veces uno no tiene elección.
—Mi gente sabe cómo luchar contra los mejores, pero con palabras, con montones de palabras
—«La gente sólo cree lo que quiere creer»
—Les parecerá que son los médicos o las enfermeras o todos esos cacharros los que llevan la batuta —añade, señalando la pared de los aparatos médicos—. Pues no. Es ella quien lleva la batuta.
—Si me quedo, si vivo, depende de mí.
—Eres tú la que me gustas. Claro que te has vestido más sexy y te has puesto, bueno, ya sabes, rubia, y estás distinta. Pero la persona que eres esta noche es la misma de la que estaba enamorado ayer, la misma de la que estaré enamorado mañana.
—Además, aún no sé qué voy a decidir, si quedarme o no. Hasta que lo averigüe, he de dejarlo todo en manos del destino o de los médicos, o de quienquiera que tome las decisiones cuando el que debe hacerlo está demasiado confuso para elegir entre el ascensor y la escalera.
—Las mujeres pueden soportar los mayores dolores. Ya lo descubrirás tú también.
—Sé que ni todos los besos mágicos del mundo le habrían ayudado hoy, pero no sé de qué sería capaz por haber podido dárselo.
—Morir es fácil. Lo duro es vivir.
—Me iría muy bien dormir. Sería como un cálido manto negro que borraría todo lo demás. Dormir sin soñar. He oído hablar sobre el sueño de los muertos. ¿Será así la muerte? ¿Como el sueñecito más agradable, cálido y profundo del mundo, un sueño sin fin?
—Me pregunto si todos los moribundos tienen la oportunidad de decidir si se quedan o se van.
—Tranquila. Si quieres irte, no pasa nada. Todo el mundo quiere que te quedes. Y yo, más de lo que he deseado ninguna otra cosa en mi vida. —Se le quiebra la voz por la emoción. Carraspea, respira hondo y continua—. Pero ése es mi deseo, y comprendo que quizá tú tengas tus motivos para querer otra cosa.
—A veces hay que elegir en la vida, y a veces la vida te elige a ti. ¿Lo entiendes?
—«Casi» no significa nada.
—Es posible que la vida nos lleve por caminos distintos. Pero los dos deben decidir cuál van a tomar.
—Pero lo comprendería si eligieras el amor, el amor de Adam, por encima del amor a la música. En cualquier caso ganas. Y en cualquier caso pierdes. ¿Qué puedo decirte? El amor es una mala arpía.
—Recordarlo sería como volver a perderlo.
—Y apuesto a que se convertirá en una persona más fuerte gracias a la pérdida de hoy. Tengo la sensación de que, después de pasar por algo así, uno se vuelve más o menos invencible.
—Nunca tuve la ocasión de volverme más fuerte para afrontar lo que me toque si decido quedarme.
—Noto entonces que Adam me aprieta la mano con más fuerza, y es como si sujetara todo mi cuerpo. Como si pudiera levantarme de esta cama. Y luego oigo su exclamación ahogada, seguida por su voz. Es la primera vez que hoy lo oigo de verdad. —¿Mia? —pregunta.
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